miércoles, 27 de junio de 2012

Dallas y Fort Worth, Texas (parte II)

Y continuando con mi visita después de llenar la panza... me fui hasta el barrio oeste con sus antiguos grandes almacenes ahora reconvertidos en una zona de tiendas y ocio. Entre ellos... ¡los spaguetti me persiguen! También encontré una callejuela con objetos varios que eran de una casa del terror y no se qué otra cosa... así que hice un poco el canelo. Y la foto con los búhos me recordó al Riki... ¡sube pollo! (No se subió, y menos mal, jeje... pobre Riki, ¡seguro que echa de menos que le atusen el cabezoto!)




Después de ésto me fui otra vez a la zona de los museos porque me interesó ver el Museo de Arte Asiático, que era una pequeña colección privada de visita gratuita... bastante chulo por cierto. En la que se me ve con las grullas colgando me acordé de las jornadas japonesas de Iwaki en Valladolid (mayo de 2011) porque se hicieron 1000 grullas ya que los japoneses tienen la tradición de hacer 1000 grullas de papel para pedir un deseo. También vi alguna cosa de arte tántrico (la estatua esa rara... todas las tántricas eran así... un poco salidillos ¿eh?), arte chino, japonés, indio... y había una sala con fotografía de paisajes que eran geniales pero no dejaban fotografiar y había gente vigilando.



Lo siguiente que vi ya fue en Fort Worth que visité un poco el centro, principalmente los Jardines de Agua con la piscina de la tranquilidad y la piscina ruidosa como las atracciones más llamativas. Era muy curioso porque es un parque en el que se dan conciertos en la zona central, pero en el momento que bajas a alguna de estas dos piscinas en concreto no oyes más que lo que te rodea: el silencio o el agua como si estuvieses al pie de una cascada... es impresionante el efecto... en cuanto vuelves a subir ya regresas a la realidad, al ruido, a la música, al tráfico...
Lo curioso de estos jardines es que además, están construidos en la antigua zona "El medio acre del infierno". Se refiere así a la zona en la que había los típicos salones y reuniones de los gánsters de la ciudad, los vaqueros, los jugadores, los cazadores, las madames, las prostitutas... Además, los sheriffs de la ciudad solían hacer la vista gorda porque daba dinero a la ciudad aunque sí que se quería cerrar, no terminó por cesar su actividad hasta la aparición de la I Guerra Mundial. Después, se construyeron otras cosas hasta que por fin se hicieron estos pintorescos jardines. Entre las tablillas de información sobre cada uno contaba un poco el efecto que querían hacer los arquitectos con cada sitio... y en la piscina de la tranquilidad o el silencio, al bajar, ponían los escalones de estos como de ir pisando huevos para recrear el efecto de sentirse grande y al llegar a la piscina, de repente, todo gigante, para parecer enano y que te sintieses como Alicia en el País de las Maravillas... ¡sin saber cuándo te agrandas o te encoges! (No pude evitar acordarme de Alicia y la taza que la regalamos con el gato Cheshire de la tienda oficial de regalos de Alicia en el País de las Maravillas de Oxford el año del erasmus - 2009, jeje)


Y tras pasear otro poco y dejar el centro de Fort Worth atrás, me fui a la zona por la que realmente me atrajo visitar Fort Worth: ¡el barrio de los vaqueros! Es una zona que conserva los bares y tablados de hace más de 100 años: desde la vieja estación, las calles con adoquines, ... incluso habitualmente hacen recorridos a caballo (como es habitual ya en casi todas las ciudades que he estado) y por lo que oí sueltan toros a veces. Paseando por las tiendas se puede notar el dicho de que si en Estados Unidos todo es grande, en Texas aún más. Por ejemplo, he aquí un vaso, teóricamente de chupito pero era más grande, en el que indica los rangos. ¡¡Y también un mata moscas gigante!!



Y lo último que vi en Fort Worth pero lo que más destaca sin duda es que me metí a ver el Rodeo... y es tal cual en las películas: primero salió una vaquera que a medida que la música del himno se hacía más rápida, más rápido iba con el caballo dando vueltas; hubo vaqueros compitiendo por quién aguantaba más encima del toro; también chavales en potros; sacaron a los niños a la plaza y les hicieron perseguir hasta coger a un pobre lechazo (¡¡como en el pueblo en los juegos autóctonos con el cochinillo untado de aceite!!); también había concurso de rapidez para tirar el lazo a un ternero (me daban un poco de pena porque se lo tiraban al cuello, le hacían parar, le volteaban y le ataban las cuatro patas juntas... éso sí... ¡¡en menos de 11 segundos!!); incluso también más o menos esto último pero con dos vaqueros (uno tirando al cuello y el otro a una pata) Decían que los mejores vaqueros son los de Texas... y que sólo eran mejores en tirar el lazo los mejicanos. Después de ésto llegué un poco tarde al hostal (de Fort Worth a Dallas hay como 30min en coche) pero realmente mereció la pena. Hice vídeos... aunque cortos pero lo esencial... espero poder subirles al youtube y enlazarles por aquí en alguna de las siguientes entradas.